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Porque las cosas huelen, ¿se está evaporando todo?

Este dilema se puede tratar de variadas maneras, pero en este caso te dejamos la que para nosotros es la solución más completa.

Solución:

No todo se está evaporando. Planteas el punto de que podemos “olfatear” ciertos metales que, dado cómo hueles la mayoría de las cosas, implicaría que el metal se está evaporando de alguna manera y entrando en tu nariz. Tendría razón si pensara que esto es extraño y que está en contradicción con la idea de que los enlaces metálicos tienden a ser fuertes y es poco probable que se evaporen. Esta es una buena respuesta que explica por qué parece que podemos oler los metales.

Cuando un cuerpo sólido o líquido se sumerge en un gas (por ejemplo, objetos ordinarios sentados en una habitación llena de aire), el equilibrio termodinámico es un equilibrio dinámico en el que hay una presión de vapor distinta de cero del material del objeto en cuestión. Es decir, si primero reemplazaste todo el aire por aire limpio, luego el objeto comenzaría a evaporarse o sublimarse hasta que se acumulara nuevamente una presión de vapor de ese material. Esta evaporación o sublimación no continuará para siempre (a menos que el aire se cambie nuevamente); se detendrá cuando haya un equilibrio dinámico entre el material que se mueve entre las dos fases (sólido/gas o líquido/gas).

Esto nos permite oler la mayoría de las cosas, como dices. Aunque no sé si hay otros problemas. Supongo que el olor implica una química compleja, de modo que la presencia de algunas moléculas se detecta indirectamente a través de su efecto sobre otras, etc.

Bueno. “Todo huele mal” se rompe solo al considerar el metano. Molécula sencilla $CH_4$ no huele Agua $H_2O$ tampoco huele. La mayoría de los gases, de hecho, no huelen. “Oler” tiende a lograrse solo cuando la reactividad de la molécula es lo suficientemente alta. Considere el ozono $O_3$huele porque es inestable $2O_3 rightarrow 3O_2$ (las reacciones exactas son bastante complicadas, pero puede consultar la literatura correspondiente sobre el ozono). El cloro también huele a partir de concentraciones muy pequeñas, lo mismo que el fósforo.

Si consideramos los compuestos orgánicos, en su mayoría olemos lo que nuestros órganos están entrenados para oler, biológicamente en el camino de la evolución. Somos buenos detectando éteres, pero fallamos en la simple pero multiatómica molécula de naftalina.

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